Viajar a Polonia

Aterricé en Berlín, el 5 de septiembre, aunque decidí que pondría rumbo a Polonia. Más barato y aún no lo conocía.

Nada más llegar, me esperaba un reto personal: Hacer autostop sola. 

Tras encontrar el lugar que había investigado previamente en hitchwiki, superando la mezcla de miedo y nerviosismo, saqué el cartel con Wroclaw escrito. 

Veinte minutos más tarde un policía polaco me llevó hasta la frontera y, dado que no encontramos un camión que me llevase a mi destino, decidí continuar con él hasta el suyo, para coger un autobús y ya desde allí poner rumbo a Brestlavia.

Durante los siguientes días, me alojé en casa de una pareja polaca con 8 conejos como mascotas. La verdad que la suciedad brillaba por su ausencia, así que sumado  al mal clima y la melancolía de los primeros días, me quedé sólo 4 días.

Puse rumbo a Cracovia haciendo autostop, gracias a un hombre ucraniano con el que compartí conversación utilizando el google translator durante dos horas y media. 

Llegué al woodpeckers hostel, lugar que sería mi casa durante las siguientes tres semanas. Allí trabajé durante dos horas y media al día a cambio del alojamiento gratis. 

La verdad que Cracovia me gustó mucho. Vivir en la ciudad durante tantos días, me permitió conocerla bien y sin prisas. 

Descubrí todas sus leyendas, el guetto judío, sus milky bars, y hasta las orillas del río Vistula se convirtieron en mi lugar favorito.

Cracovia ha sido una ciudad muy especial. Es donde logré mis primeros trueques y lograr allí las primeras experiencias sin que el dinero fuese lo importante, hace que lo sea aún más.

Tras un par de semanas, la rutina iba apareciendo, algo de lo que estoy huyendo, así que decidí armarme de valor y visitar Auswitchz, lo cual fue una experiencia muy, muy impactante y que te cuento con todo detalle aquí.

Me escapé a las montañas de Zakopane, más concretamente al refugio de montaña en frente del lago Morskie Oko y fue una experiencia porque nunca había hecho un trekking sola (en el podcast te lo describo todo)